dimarts, 27 de juliol del 2010

Gran Via de les Corts Catalanes, 798



Esta foto (de 1996) no da la talla para concurso, así que la cosa se quedará en acertijo: ¿qué? ¿quién lo pilla?

Tic, tac, tic, tac, tic...

Para empezar, está la pista de su ubicación, en Barcelona. Y están también las fotos de los toros! Son de Francesc Catalá Roca, así que ya podemos aventurar una cierta relación con... el "Grupo R"! Efectivamente: una casa con toros no puede ser otra que "La casa dels braus" (1960-62) de Antoni de Moragas Gallissà.

Y es que en tiempos Barcelona fue de un taurino para caerse de espaldas... Aquí nació el gran Mario Cabré, quien lidió con una Ava Gadner de la ganadería de Hollywood, toro raro cuyas astas las lucía Sinatra... Ah, Barcelona... única ciudad del mundo mundial que llegó a albergar hasta TRES! plazas de toros. En una de ellas, la situada en la Barceloneta y de la que no queda ni la memoria, una mala faena podía provocar (y provocó) que la ciudad entera montara un pollo que todos estos que se quejan de las celebraciones rojas o azulgranas lo iban a flipar. Merece la pena detenerse en la crónica que Guillem Martínez hace en su "Barcelona Rebelde".

Este miércoles el Parlament de Catalunya probablemente se ventile los toros. Un primer paso necesario para que un día logremos evitar el asesinato de lechugas coles de bruselas. Joint venture de ecologismo y pesebre sui generis por parte de tipos cuya memoria no alcanza más allá de antes de ayer, y les gusta tanto la naturaleza que necesitan de pareada y 4x4.

Pues nada, sirvan estas líneas de adiós resignado a los toros, a un pedazo de Mediterráneo que se va para siempre, otro roce con la muerte que nos amputan. La gilipollización lobotomización sigue su curso, imparable...


dimarts, 13 de juliol del 2010

Utzon en Portopetro. Can Lis.



















He optado por arrojar las fotografías restantes así, de sopetón. Era Català Roca a quien le sobraba todo pie de foto. Pero no seré tan radical, ya que esto de enlazar una palabra con otra tienta.

Recuerdo que las fotografías las saqué hace diecisiete años. Pues estoy igual, aunque a mi alrededor la gente tiende a envejecer y el pasado, es verdad, es un país cada día más extranjero... Hacía quizás ya tres cursos que habitábamos la Escuela de Arquitectura, uno de los puntos más dulces en estos estudios de nunca acabar, pero no lo sabíamos. Con el verano me dejé tentar por la invitación de un buen amigo e indígena de las islas: Guiem Q., quien junto a Margalida P., Ciscu P. y otros amigos me llevaron de aquí para allá dibujando uno de mis julios favoritos. Julio del que me acuerdo amenudo y del que sólo me pesa que después no supe estar siempre a la altura de esos buenos amigos que todavía son.

Pero estamos en Mallorca, es 1993 y Jorn Utzon no está en casa. Así que nos colamos a fisgar entre esos volúmenes, en esos intersticios junto al límite. Ver, fotografiar, babear, tocar, preguntarse. Todavía hoy continuamos buscando respuestas, tratando de acertar la palabra. Quien decidió que no estaba para acertijos fue el mismo Utzon: estaba hasta el gorro de tipejos como nosotros en peregrinación (o cabalgata) perpétua hacia Can Lis. Me lo puedo imaginar recostado en gallumbos en el sofá, con la vista en el Mediterráneo... para de repente senfrentarse a la cara pasmada de un aprendiz de arquitecto amorrado a la cristalera. Qué horror... Huyó de allí. Se construyó otra casa, Can Feliz. Unos dicen que por allí cerca, rodeada de fincas pertenecientes a familiares suyos con lo que su acceso quedaría vedado. Otros cuentan que no, que la casa se sitúa en la Serra de Tramuntana. Ni idea. Lo que sí parece cierto es que se aseguró de que la vivienda pasara inadvertida, confundida con la vulgaridad del entorno, ensimismada en un patio interior que la organiza, lejos ya de grandes horizontes.

Y esto es un concurso. Que lo ha ganado Rafa. Como premio igual tocaría una ensaimada de sobrasada, que puede parecer un tópico al cuadrado, pero la verdad es que está buena de narices. Lo que no sé es cómo se gestiona esto desde Barcelona y hacia no sé dónde, me da que hacia el suuur... Así que al final se me ocurre que será mejor que escoja una de las fotos, nos pida un tamaño, y si nos pasa sus datos se la mandamos por correo de ese del de antes, con sello y todo. Y si me apura, pues hasta autografiado. ¿Mola?

Por cierto, que ya trabajamos en el segundo concurso del verano!


y añado...
Si desean adentrarse un poco más en la casa, pásense por twobo.



dijous, 8 de juliol del 2010

Que triste han dejado mi pueblo, o vivir en un decorado I

Digo mi pueblo no porque haya nacido o vivido en él, de hecho, con poco sentido del arraigo y cierta voracidad hago mío casi cualquier sitio donde haya sido feliz aunque sólo sea algunas horas. Este pueblo mío está en el pirineo, es un pueblo de montaña que han ido convirtiendo en una triste tramoya. Primero sus responsables locales consideraron mucho más eficaz y ventajoso extenderse por el llano, recalificando prados y construyendo bloques de apartamentos, que rehabilitar el casco histórico, así que, mientras el pueblo crecía a marchas forzadas, su centro se iba degradando y deshabitando. Cuando el precio del suelo subió lo suficiente para que alguien se fijara en el centro abandonado, la normativa, y los señores que la impulsaron, ya hacia tiempo que habían decidido convertirlo en una especie de “parque temático de la montaña”. Como en tantos otros pueblos se había impuesto las fachadas de piedra vista, junto a una demencial lista de elementos folclóricos. Los edificios nuevos se re-vistieron, o disfrazaron más bien, con una uniforme capa de piedra, y a los antiguos se los ha desnudado, dejando grotescamente al aire una mampostería nunca pensada para ir vista. Las calles estrechas, antes iluminadas con la luz que rebotaba de fachada a fachada en los revocos y pinturas de color, ahora son oscuras y tristes, porque la piedra así desnuda es triste Y, ¿esta tristeza a mayor gloria de qué? De una imagen, de un imaginario que alguien un día vendió, y los demás hemos comprado, supongo que con la finalidad de recuperar algo que nunca existió y que ese día empezó a perderse. Las casas de estos pueblos del pirineo nunca fueron de mampostería vista, porque este revoco que tanto desagrada no era ninguna decoración (como las actuales fachadas de piedra), todo lo contrario, servía para impermeabilizar, para evitar la humedad en su interior. Sólo las casas pobres que no podían hacer un correcto mantenimiento y algunos pajares o corrales de animales, donde se decidía ahorrar, quedaban con la piedra desnuda. Hoy los veraneantes viven contentos en pobres casas revestidas de caros trajes de piedra vista. Si alguien busca, quizàs es tema de una tesis averiguar de donde salió la imagen de estos decorados en los que por ejemplo nunca falta la pizarra de Galicia antes imposible de encontrar en los tejados de mi pueblo, imagen a medio camino entre las casas tirolesas y los pajares de algún otro valle pirinaico. La susodicha normativa también impone que cada casa tenga su parking: el coche, como la mula, debajo la cama y atada en corto. Así que esas calles oscuras se han quedado sin ningún comercio, han sido substituidos por un desfile de puertas de parking. Y el pueblo con su muralla medieval incluida, cada día se parece más a una urbanización de San Cugat, eso sí, de piedra vista.



Casa núm. 6 en el Passeig Elias, arquitecto J.Mª Sostres

Este pueblo no es sólo mío, también lo fué de Sostres, el arquitecto que en los años 40 construyó aquí sus primeras obras, y que afortunadamente trabajó sin el estúpido corsé de los señores de la piedra. Sus casas son de piedra, con muros de unos cincuenta centímetros de espesor, claro, como todas las que se hacían entonces, y esos muros están revestidos y pintados de colores, y hoy también fuera de normativa, en especial la más afortunada y doble pecadora casa núm. 6 del Passeig Elias. Digo doble, porque no sólo ha cometido el pecado de tener la piedra revestida y pintada, además es blanca. Si lo habéis leído bien ¡blanca!: pecado mortal por estos lares, y por la mitad de los pueblos catalanes. No sé que mal les ha hecho el blanco, o quizá alguien cree que prohibiendo el blanco van a convertir los pueblos catalanes en bucólicos pueblecitos de la Provenza.

dimarts, 6 de juliol del 2010

El concurso del verano (1)



Ya que Arnau se ha puesto nostálgico, vamos allá. Dos fotografías. De 1993. Una casa de piedra, el horizonte reflejado tras de mí, pinos y verano. En este primer concurso de la temporada se plantea acertar el què, el dónde y el de quién de esta casa que un tipo ideó levantando una maqueta a base de azucarillos en la terraza de un bar. Como premio, un fantástico yo qué sé.
Muy difícil tampoco está la cosa...