divendres, 21 d’octubre del 2011

Una de juego de niños





Ya hace  años que arquitectos y urbanistas venimos ensalzando las virtudes de la ciudad densa y compacta. La ciudad densa es ecológica, o más ecológica, contribuye a una distribución más homogénea, y justa, de los bienes públicos, e incluso contribuye también a un mayor civismo, sí, sus ciudadanos se ven obligados a contemplar un cívico orden y respeto en la cola del autobús, la cola en la panadería etc. Es importante que este aprendizaje empiece de pequeños, por esto este juego nos pareció muy adecuado, también nos pareció adecuada la densidad de niño jugando por metro cuadrado. Se trata de un juego diseñado por Carve, unos holandeses, y ya se sabe que los holandeses algo saben de densidad, dedicados a diseñar parques y zonas infantiles de una calidad extraordinaria (que envidia). Básicamente se trata de colocar los niños en varios niveles y poder así reducir la zona de juegos infantiles a la mínima expresión, dejando espacio libre para la petanca, la grada, el escenario, el ping-pong, las terrazas, el césped,  los bancos, el kiosco, los arboles, la fuente … porque para las plazas de esta ciudad densa hoy ya no nos conformamos con un espacio vacío donde situar los domingos el mercado.



 

 A pesar de todos los ítems exigidos, la plaza, como todas las plazas, sabemos que funcionará si los niños, convertidos en termómetro del espacio público, la invaden para jugar.  Más allá de  la zona reglada (la de la valla, los carteles, pavimento acolchado y responsabilidad del Ayuntamiento) mejor convertir toda la plaza en un gran parque, con colores, con ‘asientos informales’, con rampas y toboganes también ‘informales’, a eso se le llama apostar sobre seguro.


Y creo que no soy el único que se emociona cuando encuentra un espacio público 'secuestrado' por los más pequeños