Esta Semana Santa me he mudado de piso, y es un tópico decirlo, pero no deja de ser cierto y sorprendente la cantidad de cosas que uno es capaz de acumular, por pequeño que sea el piso, diez años, dos contratos, de trastos y recuerdos acumulados no se meten en cajas tan fácilmente.
La casualidad ha querido que también se cumplan diez años de los dos primeros edificios que inauguré. Con este atropello de emociones y nostalgias no me he podido resistir a celebrar el aniversario aquí en el blog. Celebrar estos diez años de vender liebre por gato como dice Isidre, a pesar de que en tierra de simulacros es generalizado creer que el buen cocinero es el que vende gato por liebre sin que la concurrencia proteste.
La casualidad ha querido que también se cumplan diez años de los dos primeros edificios que inauguré. Con este atropello de emociones y nostalgias no me he podido resistir a celebrar el aniversario aquí en el blog. Celebrar estos diez años de vender liebre por gato como dice Isidre, a pesar de que en tierra de simulacros es generalizado creer que el buen cocinero es el que vende gato por liebre sin que la concurrencia proteste.
Se trata de una década de dos edificios muy distintos, el primero un centro cívico en medio de Barcelona, entre una interesante iglesia de los 60 y un nudo de autopista urbana, un edificio público relativamente sencillo que debía, y debe, soportar un uso muy intenso y variado. Se inauguró el día de mi cumpleaños, así que de la fecha me acuerdo, la noche antes un muy joven Hereu y unos aún más jóvenes arquitectos estuvimos hasta pasadas las tres de la mañana dando las últimas instrucciones, montando muebles y sacándoles brillo para la fiesta de la mañana siguiente. Éramos tres jóvenes arquitectos con Toni Toscano, con el que después compartí un buen número de proyectos, a la cabeza, que nos enfrentábamos a un buen reto y cada detalle nos parecía trascendental. Así que todos ellos los mimamos, hicimos y re-hicimos un buen número de veces, sin duda notándose en el resultado final.
el pasillo, eje y lugar principal del centro, un día que exponian cuadros
Esa misma semana santa inauguramos también la casa del Quimet i la Pepita, una pequeña casa unifamiliar en Sant Cugat. Otra vez al lado de una autopista, en una pequeña parcela de forma irregular. Era la primera obra que hacíamos Roger y yo, y en la que trabajamos dos intensos años. Quizás tenemos que pedir disculpas por nuestra ingenuidad, las decisiones eran claras y subrayadas, debíamos explicar todo lo que sabíamos. Los matices, la sutilez y la ambigüedad maduran con el tiempo y uno debe aprender a valorarlos.
Hace diez años descubrimos que sabíamos más de lo que creíamos y éramos capaces de hacer algo parecido a la arquitectura, descubrimos que en la Universidad no te enseñan a enfrentarte a los sujetos sin escrúpulos con los que uno acaba tropezando en el mundo de las obras. Por último descubrimos que los premios no sirven para nada, que nadie te va a encargar nada por ganar el premio de los joves arquitectes del AJAC o ser seleccionado al FAD. Mejor no volver a perder tiempo prestándose a este juego, hasta ahora, visto que a Gisa le es más fácil repartir puntos por los premios, o el salir en las revistas, que valorar proyectos, y a uno le dejan claro que si quiere jugar debe aceptar y legitimar las reglas.
Fitxa tècnica: Centre Cívic Joan Oliver "Pere Quart", any 2000. Promotor: Districte de les Corts, Ajuntament de Barcelona. Arquitectes: Toni Toscano, Pau Calleja i Arnau Solé, aparellador: Sabí Rom, Constructora: TEYCO.
Casa Quimet i Pepita, promotor particular, Arquitectes: Arnau Solé i Roger Montoto. Aparelladora: Montse Cobo, Constructora: millor oblidar-ho.
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