diumenge, 4 d’octubre del 2009

entre el low-tech y una artesania perdida


Uno de los problemas que nos encontramos (o que me encuentro yo, en un pequeño despacho y con una medida de cliente y proyecto de lo más heterogénea) es el de ajustar las soluciones constructivas a la medida del proyecto y de la empresa que lo llevará a cabo. Siempre tengo la sensación que la empresa constructora que me ha tocado en liza es, o demasiado pequeña para la obra que está haciendo (o sea no tiene los medios necesarios), o demasiado grande y desdeña una obra tan pequeña (no pone los medios necesarios) o ambas cosas a la vez.


Me cuesta asumir que esto no es una industria, más bien se trata de una artesanía donde los artesanos hace tiempo se dieron de baja. Como buena artesanía, "cada maestrillo tiene su libro" y hay de tí si lo que pensaste en el despacho no se adapta al maestrillo carpintero, herrero o paleta con el que tratas.


En resumen, que esos detalles, trabajados en el despacho, que se les supone garantía de calidad y buen acabado, inevitablemente en todas las obras acaban modificándose. Proyecto en mano, estoico, contra viento y marea, empieza una lucha por no perder el horizonte ante la evidencia de tener que adaptarse a las exigencias y limitaciones de industriales varios. Y lo peor es que me gusta: rediseñando esos detalles a pie de obra "disfruto" (aunque esto no debería decirlo). Deben referirse a esto con eso de "el proyecto esta vivo".




El edificio de la foto es un pequeño hotel de montaña, una fachada basada en la unidad y solidez de un único trazo y material. Pues bien, en dicha fachada intervinieron dos constructores, con tres carpinteros y ¡tres tipos de madera distintos! El trabajo del carpintero que construyó, y bastante bien, los porticones no podía depender del cerrajero (¡hay que joderse!), así que dichos porticones se negociaron y modificaron postergando el papel del cerrajero -tanto que los tirantes aún los espero-. Y de esta guisa eran las razones por las que en cada visita cambiamos todas las soluciones hasta acabar con unos detalles que conservaban del proyecto la madera y poco más (¿todo el mundo trata con industriales tan "exigentes"?)



como hoy va de intimidades y alguien se quejó que este blog cojeaba en su faceta técnica me he permitido escanear uno de los múltiples croquis, dudo que el último, que conservo. Quiza debería poner el detalle de proyecto al lado (para la próxima entrada).


Ficha Técnica: Hotel Ermitatge de Quadres, Isovol, client: Centre Gastronòmic i cultural de Quadres. Arquitecte: Arnau Solé, Aparellador: Miquel Grifell, constructor principal: Construccions Bellver S.C.C.L. obra: 2003-2005



Si buscáis el hotel, me han comentado que mis clientes se lo vendieron y los nuevos propietarios lo han adornado con palmeras de plástico, lucecitas de colores y terracitas varias (lo dicho, hay que joderse).

2 comentaris:

  1. Fins i tot amb les palmeres de plàstic, m'hi perdria un cap de setmana llarg en un hotel així...

    Fer un projecte deu ser com tenir un fill... Primer hi ha un munt de mamons que fan cua per inseminar-te, alguns s'equivoquen de forat i tot, però van passant i donant-te pel sac... A la fi dones a llum, i abans de sentir-li el primer plor ja te n'han tret la custòdia. Això, o quan el nano es fa gran fot el que se li rota i acaba fent-se drogoaddicte o advocat.

    Això vol dir que "hay que joderse"? Doncs suposo que sí, però provant de trobar-li el gustet...

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  2. Ja, un desitjaria auto-inseminarse amb els seus propis gens, i un cop el nen ha nascut evtar-li qualsevol mala companyia, o qualsevol idea aliena. O sigui un "mundo de monstruos".

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