Resolución de un 2010 propositivo. Detectada la tendencia a recrearnos en el mal estético, decidimos poner remedio centrándonos tan solo en positividades. Así que rescato esta fotografía, que tomé con prisas antes que un semáforo enverdeciera y yo tuviera que abrir gas para rodear la Plaça Cerdà. Está hecha a huevo, con una Minolta a carrete de la que ya hablé, encuadrando a bulto por culpa del casco integral. Este sol bajo de mediodía corresponde a uno que sobrevoló Barcelona a finales de 2008. Ya no hay luces como las de aquel sol...
Pese a que buena parte de su genética la debe al azar, me gusta esta foto. Primero, porque la protagonista es la luz. Segundo, porque contiene los elementos que más valoro en esta obra de David Chipperfield.
En un emplazamiento constreñido, se desarrolla un programa de un porrón de metros cuadrados. Disgrega la edificabilidad en diferentes cubos, unificados por un mismo traje de austeridad. Y como un buen sastre, Chipperfield cuida las costuras. Así la última planta la cose con cielo, un anclar la arquitectura en el lugar. Esa sombra arrojada por el contraluz muestra la importancia del zurcido, pese al remiendo zafio que poco después sufriera La Ciutat de la Justícia: esos ventanales abiertos están hoy tapiados, ciegos... una losa con la que cargar.
Barcelona, esa ciudad donde tantos arquitectos estrella se estrellan (algo tendrá de mala clienta), cuenta ahora con una obra de las que construyen lugar.
Pese a que buena parte de su genética la debe al azar, me gusta esta foto. Primero, porque la protagonista es la luz. Segundo, porque contiene los elementos que más valoro en esta obra de David Chipperfield.
En un emplazamiento constreñido, se desarrolla un programa de un porrón de metros cuadrados. Disgrega la edificabilidad en diferentes cubos, unificados por un mismo traje de austeridad. Y como un buen sastre, Chipperfield cuida las costuras. Así la última planta la cose con cielo, un anclar la arquitectura en el lugar. Esa sombra arrojada por el contraluz muestra la importancia del zurcido, pese al remiendo zafio que poco después sufriera La Ciutat de la Justícia: esos ventanales abiertos están hoy tapiados, ciegos... una losa con la que cargar.
Barcelona, esa ciudad donde tantos arquitectos estrella se estrellan (algo tendrá de mala clienta), cuenta ahora con una obra de las que construyen lugar.
Em sembla que la foto no fa justícia a la seu de la justícia, o sigui es millor la foto que l'edifici. Sincerament de prop no conec gaire l'edifici, a part d'algun detall constructiu que em va tocar desarrollar, però això és massa a prop, però em sembla que no m'agradaria ser jutjat dins d'aquest enorme i premonitori enreixat de formigó color pastel, per molt sugerent que sigui la seva planta
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