diumenge, 6 de setembre del 2009

GUIRNALDAS O MONAS DE PASCUA


No sé si es ese aforismo tan manido atribuido a los Catalanes que dice tener un problema de mesura, es decir, de no saber decir nunca basta -afirmación seguramente proveniente de nuestros primigenios Fenicios-, o quizás de la tediosa y “provinciana” frase que habla de los orígenes y la identidad, o por la megalomanía implícita en el ser humano que le impide ver su propio ombligo. No lo sé, quizás sea todo, parte o nada.

Tampoco descubro absolutamente nada al afirmar que el éxito de la arquitectura contemporánea sólo y exclusivamente se hace latente si dispone de “sello de autor”, convirtiéndose en un vasto espectro de estilemas que van interactuando entre ellos hasta “construir” un nuevo estadio de la arquitectura y de toda aquello que lleva implícito. Visto lo visto, la arquitectura pasa a ser un puro ejercicio de onanismo exacerbado basado sólo en la autocomplacencia, transformando y confundiendo a su antojo paisaje con naturaleza, paraíso con jardín y guirnaldas con monas de Pascua; comparaciones otrora mejor explicadas por el filósofo Félix Duque.

Justamente por eso, pediría a todos esos visionarios de la belleza ajena que nos dejen en paz; sí en paz. Es virtud del genio ser consciente de sus propias limitaciones. A partir de esta afirmación es relativamente fácil parafrasear a P. Zumthor cuando dice: “La buena arquitectura debería acoger al hombre, dejarle que viva y habite allí, y no abrumarle con su charla”, o P. Handke cuando comenta: “La belleza reposa en las cosas naturales, prístinas, que no han sido ocupadas con signos o mensajes, y que sentía contrariado cuando no descubría ni podía desvelar el sentido de las cosas”.

Recorriendo detenidamente este parque de Begur me han empezado a surgir dudas respecto a la belleza, el orden, la intervención del hombre en el paisaje, el paroxismo y amaneramiento como signo de reconocimiento –espero que no sea de identidad- y otras muchas cuestiones; demasiadas.

Por favor, se lo pido una vez más, dejen ya de imponernos esa dictadura de la belleza vista con los ojos del fenotipo de arquitecto visionario que no conoce los límites de su arrogancia, y juega a ensayar aforismos filosóficos mal interpretados como ese de Platón: “la belleza está en los ojos de quien mira”. Quien mira, prefiere pasear sin torcerse el pie, oler la fragancia de las flores en lugar de tropezar con olores herrumbrosos, mirar a nada y a nadie sin que haya alguien que te diga dónde.

¡Quiero que me dejen en Paz!, y cuando llegue Semana Santa que cada padrino cumpla con la tradición, eso sí, si lo cree oportuno……….

1 comentari:

  1. Home..! Lentament anem tornant... poc a poc... Però, això sí, amb energia que desborda, eh?

    No t'ho creuràs, però m'has fet entrar ganes d'anar a Begur, que les fotos prometen. Això de posar escossells al cel no sé com no se li havia acudit mai a ningú...

    N'hem de parlar (verdejo mediante)

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