dijous, 21 de gener del 2010

La Plaza Lesseps como una de las Bellas Artes y el ciudadano, como ruido.

La Plaza Lesseps, desde el mismo emplazamiento en que obtuvo su foto Francesc Català-Roca. La churrería aparece dos veces. La exposición ha sido tan larga, que se ha movido.

Uno de los arquitectos que nos sorprendió en los ochenta con la plaza dels Païssos Catalans, repite la fórmula en la Plaza Lesseps. Por eso le ha salido una plaza demodée, tanto que hasta tiene hombreras. O, al menos, eso parecen las marquesinas que cubren las entradas del túnel que la cruza.

Esas hombreras, descubren, a su vez, la incoherencia con que ha actuado el arquitecto. Así, mientras los trabajos subterráneos han buscado allanar la plaza, la superficie se ha llenado de objetos que ascienden en dirección opuesta. Por su forma y distribución, estas estructuras no parecen tener otra función que ser mirados (ad-mirados?). Para ayudarnos en ese propósito, el arquitecto sugiere una serie de puntos de vista, en los que se trasparenta su servidumbre hacia el ordenador. Esos encuadres no se representan a si mismos, sino a los renders con los que ha previsualizado su obra. Eso es tan evidente, que hasta me ha parecido ver algún pixel por la plaza.

Estos renders escala uno:uno evidencian también que el arquitecto no ha tenido en cuenta los edificios que rodean la plaza. Por eso, resulta muy difícil poder (ad) mirar las estructuras nítidamente destacadas sobre un fondo uniforme, como podría ser el cielo. Es más probable que se confundan con las edificaciones. Esa viviendas y su contenido - nosotros, los ciudadanos - son ruido de fondo que impide apreciar correctamente la plaza. Supongo que esta metáfora es compartida también por el cliente que ha encargado la plaza. Aunque, uno tiene la sensación que, en estas obras de tema libre, como son las plazas, los museos o todoesojunto, la administración no actúa como cliente, sino como comprador compulsivo. Propongo que los arquitectos que leen esto contesten con sinceridad y astucia (es decir, con nick y desde un ciber) a esta cuestión.
Ricard Martínez


3 comentaris:

  1. Yo no soy arquitecto....puedo contestar? ya sabes, atrevida que es la ignorancia. Conozco esa plaza desde que recuerdo, tengo família cerca. El aporte de la colaboración me parece genial. La plaza, caca de la vaca. (Em feia mandra obrir el meu blog per contestar) ;)

    JUD

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  2. Jud, ja veus que t'hem deixat contestar. Faltaria més. I en Ricard tampoc és arquitecte, però no crec que faci falta ser-ho per reflexionar en com ens afecta aquesta arquitectura. El dia que això només ens interessi als arquitectes, doncs pleguem.

    Per tot arreu vaig dient allò que no hi ha un bon arquitecte (o bon el que sigui) sense una mala obra. Però és que amb aquesta potser n'ha fet un gra massa... Em dol especialment venint de qui ve, ja que com molts companys que als 90's campàvem per l'Escola d'Arquitectura, vam sortir-ne molt "viaplaneros". La plaça, però, em sembla una mala caricatura d'ell mateix, com molts dels seus darrers projectes. Potser va ser el tàndem amb l'Helio Piñón que es va trencar, potser que el seu fill porti el pes del projecte... No en tinc ni idea, però el cas és que prefereixo recordar altres projectes: el Parc del Besós (va inventar ell sol el llenguatge dels següents quinze o vint anys de parcs metropolitans!!!), la Plaça dels Països Catalans, el CCCB... Tinc el "corasón partío"...

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  3. jo, a pesar de ser arquitecte sempre he tingut la mala consciencia de no saber apreciar "com és degut" la plaça dels Païssos Catalans, o sigui sacrilegi que m'ha traumatitzat durant anys pensant que no mirava on tocava, però mai vaig saber trobar-hi la gràcia a aquella espècie de paisatge de Dalí fet arquitectura. El que està clar és que els PP.CC. té una virtud, el gran espai buit amb pocs elements ben col·locats, què el remake de la p. Lesseps, vamos, em temo que m'hi hauré de passejar molt per trobar-hi alguna virtud

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