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dijous, 22 de desembre del 2011

De visita al monument casteller d'Antoni Llena a la plaça Sant Miquel.

Vaig saber d'aquesta escultura quan tot just es començava aixecar, al llegir un bon article d'en Quim Monzó a La Vanguardia. Parlava de les crítiques en contra que ja en feien veïns i comerciants de la plaça i va demanar un vot de confiança per a l'artista, l'Antoni Llena. Fa uns pocs dies li va dedicar un altre article molt afilat també a La Vanguardia, on de passada i pel mateix preu l'Alberto Fernández Díaz rebia de valent (sospito que el germà del nou Ministre de l'Interior era el veritable protagonista de l'escrit). El cas és que em vaig oblidar de tot plegat i un vespre que em dedicava a caçar un Pare Noel en bicicleta...








... vaig caure de ple dins la xarxa de l'Antoni Llena. Diu em Monzó que li sembla una gran escultura. Doncs a mi també. Amb una virtut fonamental: ha clavat l'escala de la peça, té la mida justa... i a sobre està molt ben col·locada!, a la cantonada que la connecta amb la Plaça Sant Jaume, allunyant-se amb el seu ball ingràvid del plat de mal pair de la intervenció d'en Josep Maria Subirachs a l'ampliació franquista de l'Ajuntament.


monument casteller


Com podeu veure l'escultura ve amb pancartes de sèrie per als balcons dels veïns. Ni cas. Em jugo cinc cèntims d'euro que d'aquí a pocs anys se les acabaran menjant amb patates. De moment, pancartes avall la gent es passeja amb el cap cap amunt, guaitant el cel potser buscant l'aixeneta...




Uns s'hi enfilen mentre d'altres es tiren pel terra càmera en mà. L'obra d'en Llena de segur que es farà estimar i la prova més científica de tot plegat és que hi ha més nanos jugant-hi als seus peus que als jocs infantils que hi ha ben a la vora...






dijous, 15 d’octubre del 2009

¿Que hacer con estos cacharros?



".... no es de nuevo cuestión de oportunidad o sentimiento el que debamos conservar los edificios de tiempos pasados o no. No tenemos derecho alguno a tocarlos. Pertenecen en parte a aquellos que los construyeron, y en parte a todas las generaciones de la humanidad que nos seguirán."

Entre los enfoques, este es el más inflexible y radical que conozco, la cita pertenece a una de las lámparas del puritano John Ruskin. O sea, que estas ruinas, u otros edificios del pasado, no los podemos ni tocar, entre otras cosas porque no nos pertenecen, sólo somos algo así como sus gestores -podemos cobrar entrada y poco más-.

No tan radical, pero igualmente contundente es nuestro amigo Isidre: "si no sirve, dinamita". (1)
(1) Y como va de citas: "el poder especial de la cita (...) nace de su capacidad de hacer limpieza con todo, de extraer del contexto, de destruir", una cita sobre citas de Walter Benjamin sustraída del El hombre sin contenido de Giorgio Agamben

No seré yo quien vaya a dinamitar el Partenon, de eso ya se encargaron turcos y venecianos (rematando la faena diplomáticos e historiadores británicos). Ya me gusta tal y como está, no veo la necesidad de reconstruirlo. Tampoco voy a negar que me siento incómodo cada vez que pago una entrada (en este caso muy asumible) para convertirme en un turista que va a contemplar un "monumento histórico". Al cruzar el rodillo uno entra en un nuevo espacio, se produce un proceso de enajenación donde, como en la cita de Benjamin, el objeto es sustraído de su contexto (histórico, cultural, social....), es desligado de cualquier tradición. Cómo un coleccionista que, arbitrariamente, en nombre de alguna autenticidad, libra un objeto "de la esclavitud" de ser útil (y de pasada, aumenta su valor). Extrañados, fuera de contexto, son objetos incomprensibles, uno solo puede apelar al prejuicio o a la cita aprendida en algún medio.

Volviendo a Agamben: "la ruptura de la tradición abre una época en la que entre lo viejo y lo nuevo ya no hay ningún vinculo posible más que la infinita acumulación de lo viejo en una especie de archivo monstruoso", y ahí estamos produciendo trastos kitsch y acumulando cacharros.

El teatro romano de Plovdiv, Bulgaria,
un "equipamiento" aún en uso, un elemento más del paisaje urbano

Tengo entendido que nuestro querido ayuntamiento ha propuesto cobrar entrada para "visitar" el Parque Güell (¿desde cuando un parque se visita?). De esta forma enajenará otro pedazo de nuestro paisaje urbano y sentimental, de nuestra tradición, para entregarlo a las huestes de turistas y visitantes, entregados a su belleza e imposibilitados de comprender nada. Perdonen que me ponga melodramático, es que a uno le jode no poder volver a pasear con las novias de la adolescencia por el parque, y no porque ya no sea adolescente.

la mirada de Isidre sobre el Parque Güell
Sin duda no parece la mejor manera de gestionar el turismo, separando turistas de autóctonos, dándoles a los primeros un brazalete, mirándolos con ojos de dolar y cobrándoles por pasear, mientras que a los demás nos quitan nuestros paisajes de infancia y adolescencia. +
P.D.- si algún día la reconstrucción del pabellón de Alemania tuvo sentido, lo perdió en el momento que empezaron a cobrar entrada, y yo perdí un magnifico lugar para ir a leer.